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Una "cultura de seguridad" adecuada permite a la empresa mejorar su rentabilidad y competitividad

Las pocas empresas que mantienen que la prevención es "una carga" están condenadas. Los últimos estudios demuestran que aplicar una "cultura de seguridad" adecuada garantiza más producción, mayor calidad y eficiencia, además de menos accidentes laborales...

La aplicación de una "cultura" a favor de la seguridad y la salud laborales se ha convertido en el único instrumento que permite una lucha eficaz contra los accidentes en el trabajo. Sobre este tema no hay duda posible. No obstante, la realidad también nos indica que, de forma paralela, muchas empresas  mantienen una doble confusión que, en muchos casos, impide que se apliquen de forma correcta aquellas medidas destinadas a facilitar a sus miembros unos mayores niveles de protección a la hora de ejecutar su actividad profesional. El primero de dichos contratiempos tiene que ver con la falta de una definición que aclare y delimite el concepto "cultura de seguridad" dentro de la empresa. Al mismo tiempo, el otro problema, a todas luces más grave, es la escasez de prácticas preventivas y el deficiente compromiso que la dirección de algunas organizaciones mantiene sobre las mismas. Esto sucede, entre otros motivos, porque se equipara el sistema de prevención como una "carga" cuando la realidad demuestra que una buena gestión del riesgo puede convertirse en una ventaja competitiva de primer nivel para aquellas entidades que sepan aplicarla de forma correcta. A continuación, aclaramos el término "cultura de seguridad" y establecemos las seis áreas fundamentales que debe tratar y que garantizan un notable incremento de los niveles de rentabilidad y competitividad de la empresa.

¿Qué se entiende por "cultura de seguridad"?

Los investigadores y expertos en la prevención laboral coinciden en que bajo el paraguas de "cultura de seguridad" se aglutinan dos campos. Uno de ellos tiene que ver con "algo que la organización es" o, dicho de otro modo, la "cultura de seguridad" reúne todas las creencias, actitudes y valores de los miembros de la organización respecto a la prevención y salud laborales. Una buena "cultura de seguridad" debe sustentarse en un "clima adecuado" que la refuerce y consolide. Para que esto pueda suceder deben darse las siguientes dos situaciones a priori:

  • El compromiso de la dirección con la seguridad y la salud de la empresa manifestado en actitudes y comportamientos visibles.
  • La implicación o participación de los trabajadores en materia de prevención de modo que lleven a cabo comportamientos seguros, cumplan las normas y no cometan imprudencias.

Este último aspecto resulta más importante de lo que podría parecer en un primer momento ya que los últimos datos recogidos por los expertos señalan que de cada cien accidentes, ochenta y cinco se deben a prácticas inseguras, sólo uno se produce porque las condiciones no son las adecuadas y los catorce restantes por la combinación de ambas causas. La conclusión es clara: el ser humano interviene en más del ochenta y cinco por ciento de los siniestros que se producen en el puesto de trabajo.

Por otro lado, la "cultura de seguridad" también engloba a lo que se define como "algo que la empresa tiene", es decir, aquellas estructuras, prácticas, políticas y controles diseñados para reducir la accidentabilidad y los siniestros dentro de la empresa.

Por todo ello, la gestión de la seguridad es algo más que un simple "sistema de papeles", de políticas y procedimientos ya que también debe establecer un conjunto de prácticas, roles y funciones claramente delimitadas en la empresa.

Definición final

"Cultura de seguridad" se define, por lo tanto, como aquel "conjunto de prácticas, valores y creencias que, siendo apoyadas por todos los niveles que forman la dirección de la empresa, implican a todos los trabajadores en una dinámica tendente a la eliminación o reducción de los riesgos derivados del trabajo".

Dicho con otras palabras, el elemento fundamental de una buena "cultura de seguridad" es que exista un clima positivo donde todos los miembros de la organización estén convencidos de la importancia de la prevención y la salud laboral y, por ello, no tengan reparos en actuar en consecuencia.

Áreas que abarca un sistema de gestión de seguridad

Una vez que ya están claros los términos, debe establecerse un sistema de gestión compartido por todos y que permita llevar a la práctica lo que hemos denominado "cultura de seguridad". Dicho modelo deberá atender estas seis áreas de actividad:

  1. Una política de prevención que recoja los principios y valores de la organización en materia de seguridad y salud laboral.
  2. Promocionar la participación de los trabajadores en las actividades propuestas de prevención a través de incentivos directos o mediante la consulta de situaciones y problemas relacionados con su bienestar laboral.
  3. Realizar actividades de formación de los trabajadores para que puedan afrontar su actividad profesional de la forma más saludable posible.
  4. Impulsar la comunicación y transferencia de información sobre riesgos a los que están expuestos los empleados y la forma correcta de evitarlos.
  5. Planificar las acciones que deben realizarse para que no se produzcan siniestros y, en su caso, para actuar en una situación de emergencia con la rapidez, determinación y conocimientos suficientes para saber lo que se puede o no se puede hacer. Aquí, habría que diferenciar, de todos modos, dos subáreas: la relacionada con la "Planificación preventiva" y la que tiene que ver con los protocolos y medidas que se deben actuar en lo que debe constituir la "Planificación de Emergencia".
  6. Controlar las actuaciones realizadas en la organización a través del análisis periódico de las condiciones de trabajo, de los sucesos ocurridos y su comparación con lo ocurrido en otras empresas. De nuevo, nos encontramos con dos aspectos que habría que tener en cuenta. El primero afectaría al "control interno" mientras que el otro tendría que ver con la aplicación de "técnicas de benchmarking".

Conclusiones

Teniendo en cuenta todo lo que se ha dicho hasta el momento, se pueden extraer "tres grandes conclusiones" en torno a la "cultura de seguridad" y su aplicación directa en el devenir diario de la empresa. La primera de esas reflexiones es que, una vez más, queda demostrado que cuanto más comprometida esté la dirección, no sólo con palabras y actitudes sino también con actos visibles, más implicados estarán los trabajadores en materia de prevención de riesgos.
En definitiva, la dirección desempeña un papel fundamental en la reducción del riesgo laboral y, por tanto, en la bajada de los índices de siniestralidad dentro de la empresa.

En segundo lugar, la realización de comportamientos seguros requiere un elevado nivel de compromiso con el bienestar social.
Los miembros de la empresa deben estar concienciados acerca de que los accidentes son acontecimientos muy serios y de que los incidentes pueden ser, la mayoría de las veces lo son, una "importante señal" que avisa de sucesos de mayor gravedad que podrían ocurrir si no se toman a tiempo las medidas oportunas.

El citado compromiso deberá basarse en un conocimiento compartido, una actitud positiva en torno a las medidas de seguridad y, sobre todo, en dotarse de todos los medios necesarios para aplicar la política de cuidado de la salud más adecuada. Esto último aglutina tanto a la necesidad de contar con todos los medios físicos necesarios como que los procedimientos, protocolos y esquemas de trabajo que se hayan establecido al respecto estén actualizados. Por último, se ha demostrado que las organizaciones que aplican mayores niveles de prevención logran no solo reducir sus niveles de siniestralidad sino que, además, mejoran de forma notable sus ratios de competitividad, eficiencia en la producción, imagen exterior así como de rentabilidad.

De esta manera, la implantación de un sistema de gestión de la seguridad se plantea como una medida imprescindible por dos motivos.

El primero de ellos, lógicamente, tiene que ver con la reducción de los índices de accidentabilidad en la empresa. Como complemento de éste, el cuidado del bienestar laboral deberá permitir la creación, desarrollo y mantenimiento de una ventaja competitiva sostenible que permita mejorar la rentabilidad futura de la organización, reducir sus costes y promocionar sus intangibles en la parte de mercado que atiende.

 
 
 
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